Naci en Burriana (Castellón) en 1955 y quería estudiar Bellas Artes, pero, cosas de la vida, acabé licenciándome en Farmacia y abriendo una en la ciudad de Valencia, donde resido.
Tras leer mi anterior declaración expositiva en la web y comprobar el valor puramente enumerativo del texto, una relación cronológica de acontecimientos, he decidido remover mi conciencia de artista y contar mis cosas de otra manera.
Soy fotógrafo desde que. el maestro Juan de Dios Morenillas, me guió, con sensibilidad, por la piel y la. carne de las instantáneas. En cierto modo fue un aprendizaje para mirar, para dilucidar el mundo ante mis ojos con la intención de discutir su existencia y dar cabida en un instante de perplejidad y nervio a los gritos, los movimientos, la quietud pura, el dolor, la miserias y la felicidad.
He recorrido algunos países de Africa incesantemente, la India, China y Ejropa para hurgar en la dimensión caótica, enfebrecida, violenta o estúpida del ser humano. He visto y he mirado con diligencia lírica o arrebato informativo y me he puesto de parte de mis fotografiados, pues tras la cirugía de la instantánea me he incorporado a sus alma, si es que ese concepto existe aunque sólo sea como extrapolación poética del espíritu y la conciencia.
Hace mucho que dejé de ser farmaceútico, pero. nunca dejaré de ser fotógrafo y amar este oficio de traductor instantáneo de la vida desde la cámara. Eso me mantiene vivo y a pesar del esfuerzo que supone con el paso de los años, cada sesión, cada intento de encontrar lo bello, lo obsceno y lo sagrado, es una pura celebración. Este es mi aliento.
I was born in Burriana (Castellón) in 1955. Art is what I really wanted to study, but, as life goes, I ended up graduating in pharmacology and opening a pharmacy in my city of Valencia.
After reviewing the list of my exhibitions on the web, I was struck by how dry, how lifeless the chronological account of events are. So I have decided to tell my story in a different way.
I have been a photographer since the master Juan de Dios Morenillas guided me, with great care and sensitivity, through the skin and flesh of the snapshots. In a way it was an apprenticeship on how to look, to truly see, to elucidate the world before me. To uncover its existence and give it room, to magnify an instant of its perplexity. To lay bare the nerve, to give a voice to the screams, the movements, the stillness, the pain, the misery - and the pure joy.
I have traveled incessantly through African countries, India, China and Europe to delve into this chaotic, feverish, violent and ridiculous mortal coil. I have seen and I have looked with - hopefully lyrical - diligence and rapture.
The photos are a kind of surgery on life, excising out moments of this existence. Through the snapshot I have become part of its soul - and it of mine. I have become one with my photographs. Even if that romantic concept exists only as a poetic extrapolation of the spirit and the conscience.
I stopped being a pharmacist a long time ago, but I will never stop being a photographer. Loving this profession of writing an instantaneous transcript of life, frozen in time. Despite the effort it takes over the years, every session, every attempt to find the beautiful, the obscene and the sacred, is a pure celebration. It keeps me alive and my heart beating. This is my breath
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